El 10 de noviembre de 2018 realizamos la tercera ruta del proyecto Paseando Fuensanta, pero en esta ocasión visitando paisajes muy diferentes, Paisajes transformados.
Paisajes transformados son paisajes en los que el ser humano
ha cambiado algo de ellos, es lo contrario a paisaje natural.
De nuevo estuvimos acompañados por los vecinos que como siempre mostraron su interés en hacer cosas, lo que hace de Fuensanta un pueblo muy dinámico. Se echa un poco de menos la participación de la gente más joven.
Durante la ruta
Nos contaron que el camino resultó “novedoso” para la gran mayoría de los
asistentes, ya que no suelen cruzar la carretera al pasear porque no ven interesante
el camino. Aunque en la ruta no había en principio ningún hito relevante que
invitara a visitarla, todos quedaron sorprendidos por las instalaciones del
Semillero de los hermanos Debelmar y otros elementos que visitamos.
El trasvase
Los más mayores hablaban del beneficio económico
que supuso para aquellos a los que expropiaron el terreno y el empleo que
generó durante unos pocos años.
La mayoría no lo ve como una infraestructura negativa, ha acercado el agua al pueblo y el arbolado que rodea el trasvase invita
a pasear por sus alrededores. Cuando por el trasvase circula agua de gusto pasear,
en verano es un lugar fresco. Por otro lado, si no lleva agua, lo que hay es una
mole de hormigón.
Sin embargo algunas personas comentaron que había roto el municipio en dos, en
una parte el pueblo y por otra parte las canteras. Y que además no sacaban provecho
del trasvase porque lo veían pasar pero no podían coger agua, y que como en toda la
zona del trasvase está prohibida la caza, los conejos tienen allí
sus madrigueras, y arrasan los campos próximos al mismo.
Aunque esta zona no es un recorrido que suela hacer la
gente del pueblo cuando les apetece pasear, si que es transitada
por la gente joven para hacer deporte y suele ser camino de paseo en bici para
muchos.
Las áreas extractivas
Después de pasar por el desguace de coches, llegamos a las áreas extractivas. La impresión general es de abandono, pese a que la mayoría
se encuentran en funcionamiento. Pero también se habló de cómo la naturaleza se
va abriendo paso.
Nos explicaron que la zona se había convertido en un lugar muy
interesante de avistamiento de aves porque los huecos y
hendiduras que la extracción de arena había ido dejando, sirven ahora de nido
para estos animales. En definitiva, este abandono estaba permitiendo generar un
nuevo ecosistema que a largo plazo llegaría a restaurar el ámbito.
Visitamos también una zona rehabilitada en la que se
ha plantado un olivar generando una suave orografía que recuerda perfectamente
a los campos de cultivo que visitamos en la primera ruta.
Semilleros Debelmar
Frente al paisaje caótico de los areneros, nos encontramos
un paisaje perfectamente ordenado de hileras e hileras de planteles de cebolla
en diferente grado de crecimiento. Todo ello gracias a un proceso completamente
industrializado.
Al terminar la ruta, de vuelta en el edificio de Las Escuelas, tuvo lugar un interesante coloquio cuya grabación podéis encontrar en este enlace.
Os dejamos un pequeño resumen de la jornada en el siguiente vídeo.
Y también un enlace a lo publicado en prensa.
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